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Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial
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Monday, March 10, 2008
Alvaro Uribe un halcón colombiano
Por Alfredo Jorge Carazo
No es la primera vez que Colombia invade territorio ecuatoriano y siempre el presidente Alvaro Uribe hace un acto de contrición y promete enmendarse. Sin embargo vuelve a pecar y esta vez violando elementales normas internacionales con el apoyo casi manifiesto de Estados Unidos. La sangre no llegará al río, pero cada vez es más difícil alcanzar la paz en Colombia, partida en dos por la guerrilla que ahora perdió a uno de sus hombres líderes.
El Grupo de Río, entre latinoamericanos, resultó de alguna manera más eficaz para distender la explosiva situación que la propia OEA. Nicaragua dio marcha atrás con su ruptura de relaciones con Colombia y Alvaro Uribe, aceptó desestimar su decisión de denunciar al Gobierno de Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, por connivencia con la guerrilla de las FARC. Colombia por su parte, dejó en claro en la Declaración de Santo Domingo, que calificaba a los irregulares como terroristas, a lo que se sumó el Gobierno de Perú en la misma calificación. Tampoco había posibilidad de guerra como se había comenzado a especular, pero si de un quiebre significativo que no se ha disipado totalmente. Quedaron flotando dos frases que grafican el escenario previo al acuerdo casi forzado. Para Correa, es “difícil creerle a alguien que ha mentido tanto y tanto tiempo”, en tanto Uribe le pidió que “no imprima a sus palabras el cinismo de los nostálgicos del comunismo con que engañan a sus pueblos”.
La Cumbre del Grupo Río, en Santo Domingo, fue la obligada caja de resonancia de un conflicto que no es menor, aunque se lo pretenda hacer aparecer así en los meandros de la diplomacia muchas veces mentirosa y aunque aparezca ante las cámaras como un encuentro amistoso que termino a los abrazos. Desde el Sur y con una mochila cargada de largas noches, resonó la reflexión de la presidenta de la Argentina, Cristina Fernández, al señalar que “contemplar la dialéctica discursiva no nos da la solución, lo importante sería hacer un abordaje institucional, rescatar la legalidad y rechazar la unilateralidad", tras lo cual interpeló sobre “¿qué fue lo que sucedió para que se disparara una escalada de la violación territorial. Cuándo se terminaron las buenas relaciones, cuándo comenzó la escalada verbal?; si mal no recuerdo comenzó cuando se introdujo el canje humanitario", para enfatizar señalando que “el terrorismo se no se lo combate con la violación masiva de los derechos humanos; desde la legalidad combatamos a la ilegalidad; Colombia tiene derecho a combatir a las FARC, pero desde la legalidad”.
Es que en principio fueron las acciones militares de saturación sobre el terreno colombiano en que deberían ser liberados los primeros rehenes ante una comisión de representantes de varios países, entre ellos el ex presidente de la Argentina, Néstor Carlos Kirchner. Pero el fracaso que se buscaba no fue total porque finalmente la presión internacional pudo más. Ahora, fue la invasión ilegítima y contraria a toda norma internacional sobre territorio de Ecuador por tropas colombianas para asegurar el aniquilamiento de un campamento de las FARC, en la que se dio muerte a Rafael Reyes, el número dos de la guerrilla que aunque no es seguro, intervenía de alguna manera en las negociaciones con el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, para facilitar la liberación de la ex candidata presidencial, Ingrid Betancourt.
Sin dejar de tener en cuenta lo cruento e impiadoso que supone una guerra de guerrillas que lacera el cuerpo social colombiano, con cientos de rehenes y muertos por doquier, lo que quedó al descubierto es que el Gobierno del presidente, Alvaro Uribe, monitoreado desde Washington, no resistía el seguir siendo un convidado de piedra mientras llegaban rehenes liberados al aeropuerto internacional de Maiquetía, en Caracas, para ser recibidos luego en Miraflores por el presidente, Hugo Chávez.
El gran desafío hoy por hoy –y quizás siempre lo haya sido- no es la guerra sino la paz, por la que ningún sacrificio es excesivo. El mundo ha venido demostrando en las últimas décadas lo verdaderamente fácil que resulta alzarse en armas cualquiera fuera la legitimación ideológica que se sustente. Por el contrario, pruebas al canto, en Medio Oriente y zonas adyacentes, en los Balcanes y en Asia, lo más difícil es el camino de la paz, que es el camino de la vida. Los colombianos no quieren más guerra, no quieren más violencia, venga de dónde venga, porque son los que están poniendo los muertos y es lo que desangra al pueblo.
Uribe se esforzó hasta el hartazgo para lograr internacionalizar el conflicto que desde hace décadas –más concretamente desde 1964- Colombia mantiene con la guerrilla más persistente que haya logrado espacios propios en los lugares más recónditos del territorio. Primero empujado por Estados Unidos y con pleno financiamiento externo, lanzó el Plan Colombia, que derivó en el Plan Patriota y a pesar de algunos éxitos obtenidos en la lucha contra la insurgencia marxista-leninista, es reconocible por la comunidad internacional que el territorio colombiano está partido.
Luego salió a vender en sus fronteras las bondades del plan, con la excusa de combatir el narcotráfico y el crimen organizado, pero sólo le alcanzó en los últimos tiempos para convencer sin demasiado esfuerzo al presidente, Alan García, de Perú, un ex socialdemócrata cada vez más volcado hacia la derecha. Pero el mayor fracaso provino de Ecuador y obviamente de Venezuela, pero también de Panamá y de mucho más al sur del continente.
No ha sido Correa el único que rechazara el declarar a la guerrilla de las FARC como “terroristas”. Podría simplificarse adjudicándole una ideología de izquierda que no oculta el economista. Lo curioso es que los anteriores gobiernos ecuatorianos, fueren del signo que fueren, eludieron embarcarse en lo que siempre se consideró un conflicto interno de Colombia, no exportable, permanentemente negado por las propias Fuerzas Armadas ecuatorianas. Así lo entendieron también el resto de los países que conviven en la Comunidad Andina de Naciones y en el MERCOSUR y hasta Panamá que antes de su independencia, formaba parte de la Gran Colombia.
Tampoco ha sido este el único incidente de naturaleza invasiva, aunque sí lo es por las consecuencias y el objetivo que parece haber perseguido. Colombia ha invadido por tierra y aire varias veces el territorio ecuatoriano, en la mayoría de los casos, bajo el supuesto paraguas de fumigar con glifosato las plantaciones ilegales de los narcotraficantes. Y otras tantas veces Uribe ha pedido disculpas, como si llorara sobre la leche derramada. Miles y miles de colombianos son desplazados hacia Ecuador por temor a los enfrentamientos en el área fronteriza con las fuerzas militares y también paramilitares. Pero ahora la cosa fue distinta, porque la Inteligencia colombiana contaba con datos fidedignos sobre el paradero de Reyes y su grupo, aportados por Estados Unidos. Ya algo de eso se había preanunciado con la última liberación de rehenes, cuando el alto mando militar dijo conocer exactamente las coordenadas donde se iba a realizar la entrega.
Un dato importante a tener en cuenta es que en la semana, militares de los ejércitos de Centroamérica, se reunieron en El Salvador para analizar la adopción de medidas conjuntas de seguridad contra el narcotráfico, el tráfico ilegal de armas y la lucha contra las pandillas juveniles. Se trata de la IX Conferencia de Seguridad Centroamericana, sin embargo de la misma participaron representantes de México, Colombia y Estados Unidos.
Lo demás, como dijera el presidente de Ecuador, Rafael Correa, es una “cantinflada” de Alvaro Uribe, al pretender justificar tamaña violación territorial, con una computadora portátil aparecida junto a los restos de Reyes. Algo así como que un hombre experimentado en la guerra de guerrillas, conocedor de la selva amazónica en la que vivió más de 30 años, cometiera el infantilismo de andar portando un ordenador portátil para chatear con sus amigos y además en el mismo guardara una planilla de cálculo con montos y auspicios de los benefactores de la guerrilla.
Uribe le tomó el gusto al sillón en el que se sienta en la Casa de Nariño, a lo que hizo alusión el presidente Correa cuando en Lima y delante del presidente Alan García, le dijo al mandatario colombiano que ya había logrado el trofeo de guerra para aspirar a un tercer mandato, por lo que era hora de reconocer “sin tapujos y falsedades” los hechos tal como son. Ahora el conflicto se ha extendido y aunque se critique la intervención del presidente Chávez y el desplazamiento de tropas hacia la frontera colombo-venezolana, en el fondo de lo que se trata es de una nueva escalada del Gobierno del presidente norteamericano, George W. Bush, para controlar aunque sea en parte el espacio andino y su subsuelo petrolero.
Hace tiempo que las embajadas norteamericanas trabajan soterradamente para desestabilizar no ya sólo a Venezuela, sino también y con mucho esmero a Bolivia y Ecuador. Argumentos hay miles, incluso desde Bogotá ahora se dice que la guerrilla tiene en sus manos la posibilidad de procesar “uranio sucio” con material radioactivo en desuso y en las últimas horas, la Inteligencia colombiana echó a rodar la versión de que Pedro Antonio Marín, más conocido como Manuel Marulanda o “Tirofijo” estaría enfermo y escondido en territorio venezolano, como preanunciando la posibilidad de cruzar otra frontera para apresarlo.
La OEA, en tanto, sigue estando tan tabicada por Estados Unidos como lo estuvo siempre, por lo que se demuestra que no se trata un cambio de hombres en su testa sino de un sistema que le cuesta mirar la realidad desde el Río Bravo hacia el sur. En su declaración constata lo irrefutable, que Colombia invadió territorio ecuatoriano, pero no alcanzó el atrevimiento para condenar lo condenable, lo que habilita para el futuro aplicación de la doctrina Bush de la “guerra preventiva”. Estados Unidos ha estado preocupado por el armamentismo en el norte sudamericano, pero ha alentado y financiado el aumento del parque de armamentos y pertrechos militares colombianos a través del Plan Patriota. Como alguien escribiera no hace mucho “primero te venden las armas y después te obligan a que las destruyas” y aún más, “¿cómo es que Bush decide cuántas armas necesitas para defenderte?”. ¡Qué lo parió!
9 de marzo de 2008
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