Alfredo Carazo - Periodista

Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial





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Monday, May 09, 2005

 
SI SEGUIMOS TROPEZANDO
NOS SEGUIREMOS CAYENDO


Por ALFREDO CARAZO


Podríamos volver a equivocarnos tropezando otra vez en la misma piedra. Podríamos intentar una verónica para alcanzar una nueva suerte de relaciones carnales con Estados Unidos, tras el espejismo de país favorecido. Alguna vez fuimos deslumbrados por el despreciable estatus de país extra OTAN, que nos unía tangencialmente con los países centrales sin serlo. A lo mejor sigamos añorando la “tarjeta verde” que nos empujaba a llenar las plazas de aviones con la proa puesta hacia Miami, donde resultaba hasta fashion cambiar nuestra identidad que aparecía devaluada.

Siempre nos costó a los argentinos digerir un destino común latinoamericano. Aunque nuestros genes digan lo contrario, en su mayoría no nos sentimos ni siquiera solidarios con nuestros hermanos de la América morena, posiblemente porque nos produce escozor lo moreno. Eva Perón prefirió llamar “cabecitas negras” al subsuelo argentino, pero el “negro” siempre fue sinónimo de pobre, indigente y sobre todo inculto, con esa visión tan retrógrada y gorila de la cultura diseñada para pocos. Por eso en un costado de la errante política exterior, se sigue prefiriendo –al igual que en los prolegómenos de la decadencia menemista- el supermercado hemisférico del ALCA liderado por el imperio, al desafío de construir lo nuevo, la nada fácil pero no imposible, integración del Sur, que nos permita dejar de ser el “patio trasero” recuperando algo de la dignidad perdida.

Estados Unidos nunca perdió de vista dos objetivos prioritarios de su política exterior. El primero tiene que ver con el control hemisférico y el segundo con las diferentes secuencias que le dan vida a su política comercial. Es el anclaje de una política que tiene coherencia, tanta como la que le falta ancestralmente a nuestras relaciones externas. Tanta como la que muestra sin fisuras Itamaraty, nuestro socio mayoritario en las experiencias integradoras.

Estados Unidos no concede nada graciosamente y si apoyó con un culipandeo sorpresivo la firmeza en las negociaciones por la deuda externa, lo factura después con otros condicionamientos, algunas de cuyas expresiones pueden comenzar a aparecer. Por un momento se pensó equivocadamente que la invasión a Iraq había colocado a América latina en un segundo plano de las preocupaciones imperiales. Algunos políticos y comunicadores se preocuparon y mucho por lo que se calificó como “una falta de política de Estados Unidos para con la región”. Nada más lejos de la realidad, habida cuenta que las primeras reacciones sobre las “aperturas a la izquierda” dieron paso al “asociacionismo” con el que se puede volver a empezar, con las excepciones propias que colocan en escena al necesario enemigo político o ideológico.

La excepción es Cuba, pero más precisamente Venezuela, gobernada por Hugo Chávez, un “negrito” con la piel algo más curtida por el sol caribeño, que la pigmentación de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, quien visitó selectivamente algunos países de la región explicitando la política del Norte nunca abandonada, referida a la democracia y su inestabilidad. Para la funcionaria “el futuro de la región es democrático, donde los elegidos gobiernan democráticamente, con transparencia, con responsabilidad para eliminar la corrupción, y en base a políticas económicas abiertas y de libre comercio”. Importa que “ningún líder solitario rompa la democracia en la región”, según su segundo Roger Noriega, para lo que Estados Unidos se asegura todos los mecanismos de control político como es el caso de la OEA.

La secretaria de Estado fue clara y debería tomarse nota –o ya lo hicieron algunos nichos que hacen perdurar las políticas del Palacio San Martín- de que “ya no hay divisiones entre izquierda y derecha, sino entre gobiernos democráticos y los que no lo son; gobiernos de todos los colores políticos están hoy de acuerdo en que lo que hay que construir son democracias con libre mercado”.

Las “democracias con libre mercado”, condujeron al país de la decadencia, de la indignidad, de las explosiones sociales, pero sobre todo de la pobreza, la indigencia y la exclusión social. Las democracias con libre mercado le cuestan caro a los pueblos y también a los gobiernos. Al Chile de Ricardo Lagos, por ejemplo, el final del mandato le está resultando algo pesado, porque ser socio comercial a través de un Tratado de Libre Comercio ata más de lo que se pueda prever. Tiene connotaciones políticas de envergadura. No es gracioso colocar al frente de la OEA depreciada, a su ministro del Interior, José Miguel Insulza, porque costó fraccionar aún más a América latina. Pero así opera el imperio. Para bajar la candidatura del mexicano Luis Ernesto Derbez, Condoleezza Rice, exigió que la III Conferencia Ministerial de la Comunidad de Democracias, que deliberó justamente en Santiago de Chile, se expidiera sobre las democracias de factura original americana y sobre la procedencia de una revitalización del ALCA en la región. Curiosas coincidencias.
Estados Unidos nunca abandonó a América latina. En realidad nunca abandonó el considerar como destino manifiesto la hegemonía sobre la región a la que cree suya por derecho propio. En todo caso comienza a tratar de asignarles roles distintivos a las manifestaciones populares que se inclinaron hacia prospectos socialdemócratas que considera más simbólicos que reales.

Discutir esas políticas, o geopolíticas que tienen que ver con el destino común, con la identidad de nuestros pueblos, con proyectos nacionales enraizados en la utopía de la nacionalidad distintiva de los latinoamericanos, debería ser para nosotros, mucho más importante que determinar cuántas heladeras vende Brasil en la Argentina o cuanta soja le vendemos a Brasil sin barreras arancelarias. La mayoría de los industriales que hoy se rasgan las vestiduras de las asimetrías, sonreían para la foto cuando el neoliberalismo menemista los consideraba como los gerentes y brazos largos de la perversidad de un sistema que los benefició. Las piedras siempre están, lo que termina siendo un despropósito es seguir llevándoselas por delante, sin reaccionar.

Buenos Aires – 10 de mayo de 2005.

posted by Alfredo Jorge at 8:48 PM

 

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