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Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial
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Monday, April 11, 2005
NO APRENDIERON NADA
Por ALFREDO CARAZO
Se preocupan. Los patrones de la Unión Industrial Argentina le pidieron al ministro de Trabajo que el Gobierno intervenga para morigerar la demanda de aumentos salariales de los trabajadores. No aprendieron nada. Vale aclarar que sólo se trata de los que tienen empleos formales y no de aquellos que son empleados por esos mismos patrones “en negro” eludiendo las cargas sociales y chantajeando con la falta de puestos de trabajo. En realidad restringen la movilidad social para sacar beneficios extras de la crisis que siempre ahogó mucho más a los que menos tienen. Como que el único capital es su fuerza de trabajo, que deben rifar al mejor postor en la “economía salvaje”, de la que hablaba el fallecido Papa Juan Pablo II, venerado hipócritamente por tirios y troyanos, pero sobre todo por los victimarios de la condición humana.
Los industriales argentinos se muestran temerosos de la “conflictividad social”, esa que tiene que ver con los derechos inalienables. Vivir dignamente. Los trabajadores no aumentan los precios. No son los fabricantes de la inflación y suponer que las demandas salariales son su origen es una falacia que ni siquiera se creía en otros tiempos. Repetir la historia en la que sólo unos pocos financian a los que más acrecientan sus riquezas, seguirá siendo tan inhumano como fue en todos los tiempos. En algún momento tendrá que sincerarse la distribución de la riqueza en la Argentina. Si todos estamos de acuerdo que unos pocos sigan siendo ricos en extremo y muchos sigan siendo pobres e indigentes, ese será el modelo o de lo contrario habrá inevitablemente conflictividad.
Y habrá que tomar nota de estas alternativas, porque nadie está obligado a resignar como ha ocurrido hasta ahora una calidad de vida que debiera ser sustentable. Si los empresarios no quieren conflicto deberán volver a sentarse en la mesa de negociaciones pero de buena fe. Mostrando que sus ganancias son legítimas y que no lesionan el derecho de sus trabajadores. Porque cuando se trata de empresas que requieren mano de obra intensiva y especializada, no dudan en pagar buenos salarios, amparados en la oferta y la demanda.
Claro que el trabajo tiene otra dimensión. Humana y constructora del país. Los trabajadores son la legión que cimienta día a dia la riqueza. Cuando se dispone el pago de la deuda externa, cuando se menciona el Producto Bruto Interno, toda vez que se acude al futuro del país y a su desarrollo sustentable y sostenido, no puede obviarse al trabajador y su familia. En no pocos casos, han sido los trabajadores los que se han tenido que hacer cargo de empresas vaciadas para poder conservar al menos la posibilidad de trabajar. Porque el capital se recicla en mil y uno vericuetos, incluso algunos que han tenido y siguen teniendo que ver con los negocios espurios y la corrupción, pero el trabajo sólo admite lo fecundo de la dignidad humana.
El capital es necesario para coadyuvar al crecimiento, pero siempre y cuando tenga como cometido el bien común. Si no es así será explotador y salvaje porque no tendrá en cuenta al hombre y sólo se basará en el lucro. Y para calificar esta forma de acumulación no es necesario una determinada ideología, sólo basta con saber que es injusta.
Buenos Aires – 11 de abril de 2005
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