Alfredo Carazo - Periodista

Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial





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Tuesday, April 05, 2005

 
EN LA PERINOLA ECONOMICA
RARA VEZ TOMAN TODOS

Por ALFREDO CARAZO

Nada debería poder hacernos perder el eje de la realidad. Sería suicida que la Argentina, o mejor dicho los argentinos, cayéramos en el exitismo del momento, tal como ocurriera en épocas no tan lejanas. La democracia de vida se construye con liderazgos pero sobre todo con participación ciudadana. Cuando esto último no ocurre, cuando todo transcurre desde una visión providencialista en lo humano, lo que inevitablemente ocurre suma más frustración a las recurrentes derrotas en el campo nacional y popular.

El presidente Néstor Kirchner, ha repetido en un reiteradas oportunidades que la Argentina viene del Infierno y que cada paso que se de, es simplemente eso, un escalón más en la sinuosa escalera que conduce a la esperanza de recuperación de la crisis. Todos los indicadores mostraron hasta fines del año pasado esa orientación que permitió la recuperación de la economía. Pero si bien es cierto que se necesitan signos en los que apoyarse para no decaer en el desafío, no menos cierto es que el camino sigue siendo largo y las presiones muy fuertes para evitar que el país armonice crecimiento con autonomía.

La Argentina no puede exhibir todavía una equitativa en la distribución de la riqueza y hasta el propio ministro de Economía, Roberto Lavagna, al menor amago de reinsertar a los trabajadores en una distribución distinta que armonice las relaciones del mundo del trabajo, alerta sobre el peligro de volver al populismo, como si apropiarse legítimamente del fruto del trabajo, de la riqueza del país generada por el esfuerzo de los más, fuera revolucione en extremo y no un derecho inalienable.

Salir de la crisis no pasa por el crecimiento exhibido sino por desarrollo sostenido y sustentable y eso tiene que ver con el reparto de la torta, con la justicia social, un concepto extraño para la mayoría de las escuelas económicas. La Argentina creció, y mucho en la etapa de la mayor expoliación neoliberal, pero los mejores y más apetitosos pedazos le fueron reservados a las grandes corporaciones –muchas de ellas transnacionales- y a los más fuertes capitales financieros concentrados.

Por eso es necesario insistir en la justicia social para revertir la entrega, aunque lo perdido sea recuperable y sólo reste mirar hacia delante. Justicia social que convierta la ayuda humanitaria en trabajo digno y fecundo para millones de argentinos todavía sin empleos o precarizados en sus condiciones de vida. Justicia social para los excluidos del sistema, una condición que no eligieron, porque nadie conscientemente elige sentarse a la vera del camino empeñando su presente y su futuro como proyecto de vida. Son muchos todavía los pobres y los indigentes y son millones –preferente mujeres y jóvenes- los que no pueden enseñorearse con el fruto de sus manos, de su inteligencia y de sus potencialidades.

La inflación disparada por los formadores de precios, es funcional para los halcones de una economía que sigue con la inercia concentrada. Es funcional también a los organismos multilaterales de crédito, para los que los pobres y marginados sociales deben seguir haciendo esfuerzos en su condición de tales, porque según el FMI, se debiera seguir ajustando, reduciendo los gastos del Estado –sobre todo en aquello que lo convierte en promotor social- aumentando el superávit fiscal primario para seguir pagando puntualmente la deuda externa, abriendo el canje para los que no aceptaron la quita y, especialmente renegociar los contratos de servicios públicos con las empresas privatizadas, para que puedan seguir engrosando sus fabulosas ganancias sin que se les exija la más mínima inversión, o en todo caso que esos costos los asuma el Estado. En esa perinola siempre toma uno sólo y jamás cae en el toman todos. Cambiarlo exige voluntad política y equilibrio en las relaciones sociales.

Ocurre en las mejoras familias. El canciller alemán, Gerard Schröeder, se quejaba recientemente porque las empresas de ese país siguen chantajeando con la deslocalización y la falta de inversión, señalando que “hemos recortado los impuestos para las empresas y los ciudadanos, hemos reducido el coste social y apartado obstáculos para la contratación y el resultado es que las empresas son más competitivas que nunca, a pesar de lo cual siguen despidiendo a los trabajadores”. El canciller denunció que las 30 empresas más importantes duplicaron sus ganancias el año pasado, no obstante lo cual redujeron 35.000 puestos de trabajo, pero paradójicamente crearon en el mundo 9.600 nuevos empleos. Puso como ejemplo a Siemens VDO, con su amenaza de trasladarse al extranjero y presiona para aumentar las horas laborales sin compensación, a pesar de que el gasto salarial es apenas del cuatro por ciento. En términos folclóricos, “Igualito a mi Santiago”.

Buenos Aires – 4 de abril de 2005

posted by Alfredo Jorge at 2:14 PM

 

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