Alfredo Carazo - Periodista

Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial





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Monday, March 21, 2005

 
RECUPERAR LO NUESTRO
Y NO DEJAR QUE NOS ROBEN


Por ALFREDO CARAZO


Cuando se trata de garantizar Las suculentas ganancias del capital internacional los organismos multilaterales de crédito exigen respetar las inversiones, pero omiten el respeto debido a los pueblos que se ven sometidos a la impiadosa expoliación del capitalismo salvaje. Como si los pobres no tuvieran derechos, la interpretación que hace el director gerente del FMI, Rodrigo de Rato, vuelve a mentar la buena fe de la Argentina, revelando que está doliendo la decisión política que apunta al desendeudamiento del país. Va de suyo que ninguna Nación endeudada de por vida puede considerarse independiente, más allá de la formalidad, pero lo que es peor, está limitada en su capacidad de avanzar en un proyecto de país más justo, humano y solidario.

El funcionario abogó por “reglas claras de inversión, tanto nacional como extranjera, claras y respetuosas con el funcionamiento de la iniciativa privada”, dejando en claro –por si hubiera dudas- qué intereses defiende y para qué fue creado el organismo. Casi de inmediato, los brazos largos mediáticos de las multinacionales salieron a reclamar lo mismo, proponiendo que la gente evalúe si quiere o no convivir con la inversión extranjera. Y en realidad, como lo dijera el propio presidente Néstor Kirchner, la inversión es importante para crecer, pero no cualquiera, porque las corporaciones multinacionales, asociadas generalmente con sus extensiones financieras, exportan sus capitales a los países periféricos para beneficiarse con dividendos que ni podrían soñar en los países donde asientan sus casas matrices. Por eso la política de privatizaciones implementada en los ’90 se constituyó en un salvavidas de plomo para el país y una de las mayores entregas del patrimonio nacional. Esas no son reglas claras, porque la mayor transparencia es el respeto a los intereses populares de cada país

A las presiones externas se le suman las internas que hacen recordar otras épocas, al inicio de la recuperación de la democracia en la década de los 80. Los formadores de precios se empeñan en no dar tregua y empujan hacia arriba desafiando con una espiral inflacionaria negativa. Las cámaras sostienen su derecho a ganar más sin importarles el que les asiste a los que menos tienen, porque se apunta a la carne, los lácteos, la harina y el aceite, lo más sensible a la hora de cuantificar el gasto familiar. Esto tiene que ver con la conciencia ciudadana de uno y otro lado. De las mayorías para ejercer la voluntad de repudiar el lucro en exceso y de los empresarios nacionales para decidir si se asocian a la construcción de un país distinto, o prefieren seguir concubinados con los intereses antinacionales como ya lo hicieron en épocas no tan lejanas.

Una vez más está claro que no son los salarios los que establecen el mayor porcentaje de los costos de los productos, porque se están valorando precios a nivel internacional con salarios depreciados, para beneficio de los exportadores de comodities. Es lo que está trabando incluso los acuerdos con los que el Gobierno intenta equilibrar la escalada de precios minoristas y la remarcación de precios en las góndolas. Porque esos acuerdos se niegan a bajar a las bocas de expendio, una operatoria que el pueblo ya conoce de sobra.

Hacia fuera, el presidente Kirchner, acaba de pedirle solidaridad para con la Argentina al FMI, y seguramente lo hizo eufemísticamente, porque hasta ahora, los países centrales ni siquiera lo han sido como para dar cumplimiento los Objetivos del Milenio a los que se comprometieron. Es posible que esté anticipando duras negociaciones cuando se tenga que renegociar con el organismo multilateral, si es que en verdad el Gobierno se decide a plantear una quita que equilibre la que se le formulara a los acreedores privados. Porque ahora que la Argentina impuso su propia agenda de la deuda externa, aligerando en parte la perversa confiscación de los dineros públicos, se plantea desde el Banco Mundial la necesidad de abrir las negociaciones con quienes no quisieron negociar, pero no hay ninguna iniciativa para menguar la mayor parte de la deuda en la que están involucrados los países más ricos.

En el frente interno, el Gobierno deberá ir más allá de la convocatoria al boicot para los que quieren seguir esquilmando los bolsillos populares y es posible que más temprano que tarde tenga que acudir a medidas correctivas como un aumento en las retenciones a las exportaciones de aquellos productos más susceptibles de afectar el comportamiento del mercado interno y hasta controlar determinadas variables de la economía, para no correr el riesgo de un desmadre que impacte aún más la ya paupérrima economía de millones de argentinos. Es bueno reiterar que un reparto equitativo de la riqueza –que la hay en la Argentina- supone inexorablemente que quienes más tienen no incrementen su patrimonio a costa de la mayoría a la que le cuesta cada centavo, porque aunque la pobreza haya caído un poco, todavía hay muchos argentinos que ni siquiera alcanzan a superar la línea de la indigencia.

Buenos Aires – 21 de marzo de 2005

posted by Alfredo Jorge at 12:57 PM

 

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