Alfredo Carazo - Periodista

Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial





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Saturday, February 05, 2005

 
TIENEN QUE DESPERTAR LOS
PUEBLOS LATINOAMERICANOS

Por ALFREDO JORGE CARAZO

No se le da demasiada importancia al corredor energético del Sur que se viene construyendo a pesar de las dificultades políticas y de las asimetrías –que las hay- desde la Patagonia argentina hasta el Orinoco. Sin embargo es desde las pequeñas realizaciones como será posible avanzar en la unión de los pueblos sudamericanos. Más allá de los discursos y de las cumbres presidenciales cada vez más deshilachadas por el burocratismo que esteriliza las mejores intenciones, a pesar que apura el paso cuando se trata de responder a las inquietudes del Norte imperial.
Aunque se quisiera evitar resulta imposible sustraerse al simbolismo de la inauguración en el país de una estación de servicio con los colores de Venezuela, que empuja algo más la proyectada alianza con la estatal Enarsa, dando cuerpo a la estructuración de Petrosur, a la que se debería incorporar Petrobras, habida cuenta que Brasil acaba de sellar un acuerdo estratégico con Bolivia. En esa inauguración se aprovechó para mostrar algo de otra Argentina que quiso y empezó a ser pero le truncaron el proyecto y que va más allá del histrionismo habitual desplegado por el presidente Hugo Chávez, que parece dolerle al establishment vernáculo, por una cuestión de piel.
No son esos sectores justamente lo más proclives a comprometerse con cualquier proceso de integración latinoamericana. Prefieren encabezar la autodenigración del país, porque se sienten más a gusto en Davos. Integración que tampoco resulta allanada para los sectores sociales, como lo muestran las distintas vertientes que terminan convergiendo en el Foro Social Mundial, pero por la negativa oposición a la globalización deshumanizante. Por eso quizás adquieran mayor relevancia estos pasos medidos, sin descuidar la proyección de acuerdos estratégicos como el impulso a una televisora sudamericana –habrá que hilar muy fino para no frustrar el proyecto- y hasta la posibilidad de un banco regional para el resguardo de las reservas de los países de América del Sur.
Claro que hará falta eludir las trampas que se suceden, incluso en la coyuntura nacional y la agresividad externa de los países más ricos que ven en estos procesos un avance soberano que limita sus ambiciones hegemónicas. Ningún país latinoamericano podrá crecer democracia, justicia social, libertad y en el respeto pleno a los derechos humanos, si lo hace solo y no se reconoce en un destino común con el resto. Sólo así, solidariamente, esta región podrá mostrarse al mundo con vocación de poder para recuperar el respeto mutuo.
Pero es necesario reconocer una vez más que todas las experiencias que intentaron aproximarse a la integración mostraron su fracaso por la nula participación popular, porque quedaron encorsetadas en proyecciones cupulares. No vale de nada unir aduanas, negocios, intercambios comerciales, sino se internaliza la conciencia de ser latinoamericanos. Si cada hombre o mujer de esta región no advierte que la integración de nuestros pueblos es el camino más seguro para superar nuestras limitaciones como países con economías emergentes y sobre todo la dependencia que nos ha lanzado a la pobreza crítica y la marginalidad social, todo no pasará de más buenas intenciones.
Los cambios políticos que se han venido generando en buena parte de la región no pueden garantizar por sí mismo y en el aquí y ahora, las transformaciones económicas, sociales y culturales capaces de confrontar la cosmovisión de los modelos neoliberales implantados en la década de los ’90, pero que fueron construidos desde las dictaduras militares en nuestros países. Es necesario integrar una gran fuerza política y social popular para que los nuevos procesos democratizadores puedan cimentarse. Por lo demás, la deuda externa sigue pesando en demasía y condiciona una mayor y mejor distribución de ingresos con capacidad de rebasar efectivamente hacia las mayorías populares, porque como decía recientemente el presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, “la deuda social es mayor que la deuda externa y la interna; es prácticamente impagable”.
Bienvenidos sean los nuevos tiempos de encuentros entre países de América del Sur, si el camino se compadece con la coincidencia de los nacionales latinoamericanos, apuntando a la utopía realizable de la Gran Patria Latinoamericana, que trascienda las generaciones y se revele en Pablo Neruda, cuando en su Canto General, interroga a Bolívar diciéndole, “eres o no eres quien eres”, para hacerle responder, “despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”.

Buenos Aires – 5 de febrero de 2005




posted by Alfredo Jorge at 1:20 PM

 

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