Alfredo Carazo - Periodista

Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial





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Tuesday, December 07, 2004

 
BIENVENIDO EL
CONFLICTO SOCIAL


Por ALFREDO JORGE CARAZO


No es que en conflicto social regrese a la Argentina. Nunca se fue, porque sus causas originarias no decrecieron, antes bien se incrementaron escandalosamente. El bochorno de gente comiendo la basura en todo el país, la indigencia y la desnutrición, la muerte por causas evitables de cientos de niños, jóvenes y adultos sin trabajo y futuro, mujeres explotadas, junto sus hijos menores de edad, son apenas algunas exteriorizaciones de una crisis alejada totalmente de cualquier imagen de paz social. Las otra son el desempleo y la destrucción sistemática de las conquistas laborales. Es verdad que la protesta fue liderada hasta ahora por los sectores más vulnerables a la crisis, lo que un tanto aletargada la demanda de los trabajadores formales que, como ha sido habitual, privilegian el puesto de trabajo.
En esa responsabilidad de los trabajadores se atalonaron los empresarios para consolidar el lucro excesivo, flexibilizando por su cuenta las condiciones de trabajo y utilizando el desempleo como un disciplinador social. Cuando algo les faltó hicieron lobby y convencieron a algunos senadores que la legislación laboral argentina es muy dura y que había que aligerarla, todo ello con una abierta complicidad de los medios de comunicación financiados por el establishment.
Ahora que el sector social de los trabajadores organizados reclama lo que le pertenece, esos mismos medios hablan de usuarios rehenes de los sindicalistas, obviando que son las empresas, muchas de ellas privatizadas, las que intentan convertir un conflicto pacífico en uno salvaje. De qué otra manera debiera interpretarse el que las empresas telefónicas privatizadas se hayan negado durante casi diez días a conceder aumentos argumentando los altos salarios que pagan, para de seguido otorgar un 20 por ciento de aumento más un importante adicional. Ese tiempo les sirvió para sembrar un terrorismo mediático, advirtiendo a la sociedad que por culpa de la intransigencia sindical todos estábamos a segundos de quedarnos mudos telefónicamente, sin Internet, sin poder chatear y presas de una hecatombe comunicacional. Nada de eso ocurrió porque los trabajadores cuidaron que nadie saboteara de ex profeso los conductores tecnológicos. Nadie más que ellos saben qué tienen en sus manos y está comprobado que cuidan más sus fuentes de trabajo que sus propios empleadores, porque les va en ello la vida y las de sus familias. Nada menos.
A diferencia de gobiernos anteriores las llamadas a la Casa Rosada tampoco surtieron efecto. El presidente Néstor Kirchner les dijo a los empresarios que tienen que cambiar el tradicional libreto negativo, porque “en este país no hay lugar para un proyecto de concentración económica como en el pasado, no hay lugar para todos los argentinos cuando sólo crecen algunos y les digo a todos que el Gobierno no va a ser neutro, no va a mirar desde la tribuna este partido”.
Las fabulosas ganancias acumuladas por algunas empresas no pueden ser ocultadas, por lo menos en toda su dimensión. Como tampoco puede ocultarse que en los últimos tiempos los más perjudicados fueron los trabajadores que vieron descender dramáticamente el poder adquisitivo de sus salarios, violentados con la evasión y elusión de sus derechos más elementales, abriendo el cauce al descenso social. Son los empresarios también que vía la tercerización de servicios o de manera directa, controlan casi el 50 de la Población Económicamente Activa que integra la economía informal argentina. Y como lloronas de profesión le reclaman al Estado que vuelva a beneficiarlos con las limitaciones al pago de las indemnizaciones por accidentes de trabajo, la mayoría de los cuales son producidos por irresponsabilidad empresarial.
El conflicto social es inherente al sistema democrático, porque refleja una legítima puja de intereses. Pero curiosamente nunca es iniciado por los trabajadores, sino por los empresarios o por el Estado. Los trabajadores llegan a la protesta después de haber soportado largamente la prepotencia de los que más tienen y que siempre se han beneficiado, en dictaduras y en democracia, en tiempos de bonanza o de crisis. Incluso hasta cuando prefieren vender sus activos al mejor postor para poner sus ganancias en inversiones financieras o en paraísos fiscales, dejando a miles y miles de trabajadores en la calle, o en el mejor de los casos recuperando fábricas abandonadas.
El conflicto social nunca desapareció porque lo que no desaparece históricamente son los intereses confrontados. La Argentina podrá recuperarse en la medida en que haya más y mejores empleos, y paralelamente si los trabajadores, verdaderos creadores de riqueza, retoman la cultura de la defensa de sus propios intereses, porque el trabajo no es una dádiva, es un derecho. Un país no se construye con explotados sino con hombres y mujeres que se reconozcan en su esfuerzo fecundo y solidario.

Buenos Aires- 5 de diciembre de 2004.




posted by Alfredo Jorge at 5:47 PM

 

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