Alfredo Carazo - Periodista

Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial





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Tuesday, October 12, 2004

 
LA DESPAREJA
BATALLA CONTRA EL HAMBRE

Por ALFREDO JORGE CARAZO


El nuevo “Día Mundial de Alimentos”, encuentra a la humanidad en medio de una de las mayores crisis con relación a la “seguridad alimentaria”. Pero además, la FAO recuerda que en el último siglo se perdieron por lo menos tres cuartas partes de la diversidad genética agrícola, además de 6.300 especies animales, mientras otras 1.350 corren peligro de extinguirse. Por otra parte, los organismos internacionales calculan que no menos de 800 millones de personas en el mundo –sobre todo en el mundo pobre- carecen de seguridad alimentaria, tal como se la concibe, con particular acento en la mala redistribución de la riqueza. Un mundo en el que más de 1.000 millones de personas viven en la pobreza, muchos millones están sumergidos en el hambre, la indigencia y la desnutrición y cada minuto mueren 15 niños por falta de alimentos, agua potable y asistencia médica, lo que produce enfermedades evitables.
La globalización que diseminó un perverso modelo neoliberal en el mundo periférico y que ahora se cuela en Europa, no ha derramado el bienestar y la calidad de vida que la inevitabilidad del modernismo predijo en el discurso mediático. Es verdad que la mayor crisis económica y social se visualiza en Africa, pero América latina sigue siendo el subcontinente más inequitativo del mundo, en momentos en que Estados Unidos, fronterizo con la región se ha negado a suscribir un nuevo compromiso para avanzar en los esfuerzos que disminuyan el hambre. La reciente Cumbre del Hambre, convocada por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que verificó el fracaso de metas planteadas en la Cumbre de Copenhague –hace diez años- y en la Cumbre del Milenio –hace casi cinco- tuvo como eje principal la reticencia de los países ricos en general a obligarse en una apuesta humanitaria.
Quienes analizan permanentemente el hambre en el mundo, admiten como causa inmediata la situación de pobreza e indigencia, la mala distribución de la riqueza, el rápido aumento de la población, el desempleo y los bajos ingresos de los trabajadores y sectores populares, la insalubridad en el medio ambiente, la falta de formación básica y la mala inversión de los ingresos. En la Cumbre Mundial de Alimentos, organizada por la FAO, se planteo que “existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias y sus preferencias en cuanto a alimentos a fin de llevar una vida activa y sana”.
Definiciones y teorías al margen, clama al Cielo el hambre, la indigencia y la desnutrición en la Argentina, sin que sea necesario acentuar el lugar común de que se trata de un país rico. Y no es el único caso, porque cerca de nosotros los bolivianos también están sumergidos en el desempleo, el hambre y la indigencia, pero se sientan en una de las mayores riquezas gasíferas del mundo. Riquezas que en ambos casos, como ocurre en otros países de la región latinoamericana, se las roban y terminan siendo patrimonio de unos pocos.
El mundo desarrollado también está experimentando algunas de las situaciones de la periferia, porque se calcula que por lo menos hay ocho millones de personas subnutridas en los países industrializados y 26 millones en las economías consideradas en transición. Europa mismo comienza a discutir las consecuencias del modelo neoliberal que prefirieron ignorar cuando contribuyeron a los ajustes que desarticularon las economías y las propias sociedades de economías consideradas como emergentes. En Alemania, Michael Sommer, presidente de la poderosa central sindical DGB, señala que el programa del Gobierno del canciller Gerard Schröeder, “es de empobrecimiento de millares de personas y de desclasamiento social de la gente, lo que terminará transformando a los alemanes en un desventurado y pobre pueblo obligado a comer tallarines”. El dirigente sindical añade que “quieren adoptar sin reservas el neoliberalismo, dicen adiós a las garantías de un estándar social; quieren garantizar a los trabajadores apenas un mínimo sobre la miseria”. Parece un espejo.
Si el movimiento sindical internacional hubiera sido verdaderamente solidario, la globalización neoliberal habría encontrada una fuerte contraparte opuesta a su avance deshumanizante, porque muchos pueblos antes que el alemán, o de otros países ricos, sirvieron como cobayos a la hora de desequilibrar las economías provocando las mayores crisis sociales, como consecuencia de lo cual el trabajo humano dejó de ser la clave del desarrollo sostenido y sustentable. En la Argentina también hay culpas compartidas. Revertir estos procesos, obliga a echar mano a soluciones extremas que deben pasar por la revitalización del protagonismo popular en la construcción de otro mundo y de otras realidades nacionales.

Buenos Aires – 10 de octubre de 2004.










posted by Alfredo Jorge at 3:01 PM

 

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