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Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial
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Monday, September 06, 2004
HACE MEDIO SIGLO
TAMBIEN ERAMOS OLIMPICOS
Por ALFREDO JORGE CARAZO
La información da cuenta que las últimas medallas olímpicas conseguidas por la Argentina fue en 1952, cuando todavía gobernaba Juan Domingo Perón. No tuvo destaque este hecho que sin embargo coloca en la vidriera dos países distintos. Entonces miles de niños y jóvenes eran impulsados y estimulados por el deporte que fue política de Estado, aunque la reacción, no tan distinta a algunas expresiones actuales, la calificaba de populismo. Campeonatos infantiles y juveniles de fútbol en todo país a través de la Fundación Evita y la práctica intensiva de todos los deportes, sobre todo el atletismo llegaron a integrar al país porque tuvieron por escenario toda la geografía argentina.
La práctica del deporte en esa dimensión, tenía como correlato las medidas sanitarias capaces de detectar y prevenir enfermedades congénitas, posible secuelas de pobreza o desnutrición infantil y tambièn situaciones de riesgo. Se apoyaba desde allí la educación y la instrucción en la escuela pública, animando sobre todo a las familias de trabajadores pero de escasos recursos. No falto entonces, como ahora, quienes sostuvieran reservas de clase, porque al quebrarse las barreras sociales, los pobres pudieron acceder a deportes hasta entonces sólo reservados a colegios exclusivos para hijos de familias no menos exclusivas. Se dijo que socialmente era inconducente que hijos de hogares muy humildes, de esos que comenzaban a poblar las nacientes “villas” en las orillas de la Capital Federal, recibieran año tras año ropa deportiva nueva y útiles escolares en inmejorables condiciones, como así también que tuvieran acceso a la práctica de deportes en establecimientos y campos acondicionados al efecto como los mejores. Y eso con activa participación excluyente del Estado. Se decía que al regresar a sus viviendas precarias, esos jóvenes renegarían de sus padres que no podían brindarle similares comodidades y calidad de vida. Lo que subyacía no era la consideración a esos hijos de trabajadores, sino la resistencia a aceptar que se ocupara un lugar en el país reservado hasta entonces a los menos, como ocurriera 40 años después. Fue lo mismo, cuando las organizaciones sindicales invirtieron el dinero de los trabajadores para comprar gran parte de la infraestructura hotelera en la Costa Atlántida del país, ofreciendo vacaciones a sus afiliados a precios ventajosos. O cuando las obras sociales sindicales apostaron a la infraestructura médico-hospitalaria propia, en no pocos casos de primer nivel.
En 1951, la Argentina fue sede de una Olimpíada Panamericana, con lucimiento de los deportistas nativos y como para rememorar el triunfo de la Selección Nacional de Básquet, en Atenas, en esa oportunidad también se le ganó a los norteamericanos que eran campeones del mundo, además de los galardones obtenidos en atletismo. Muchos años después, más precisamente en 1973, otra vez Perón en el país, seguía proponiendo que “los jóvenes argentinos son capaces de cultivar el deporte por lo que el deporte es: Forma no solamente un físico sano y fuerte, sino también un espíritu sano y fuerte; y eso es lo importante y fundamental”.
Aseguraba además, que “el deporte forma hombres dignos, porque con él no se cultiva otro espíritu que el de grandeza, y el hombre realiza una actividad sin fines de lucro, perfeccionando su físico y su alma”. El llamado populismo de entonces formó a generaciones de jóvenes que construyeron otro país, otro modelo que quedó inconcluso. Fue una cantera física y espiritual, complementada luego con una visión política que vuelve, porque a pesar de lo torcido que parecen las intenciones y los esfuerzos para erradicar lo nacional y popular, trocándolo por lo extraño disfrazado de globalización, los pueblos siempre se toman revancha. Son pasos cortos pero a la postre efectivos, incluso con capacidad de revertir los errores a los que fueron conducidos.
Es sugerente la visión de Perón, sobre todo ajustada a los tiempos. En enero de 1974 –treinta años atrás- se lamentaba del deterioro en que estaban los centros deportivos y discurría sobre que una juventud abandonada puede tomar cualquier camino, señalando que “el deporte que se practica ahora es el asalto o el sabotaje organizado, o es lo que hacen estos señores, que se pasan la vida levantando ‘puntos’ para cobrar rescate, como dicen ellos; ese es el deporte que se ha comenzado a practicar en este país y que nosotros no lo habíamos conocido en nuestro tiempo”. Como para derribar los descubrimientos mediáticos diarios. Trabajo, deporte, salud, educación, familia y conciencia nacional siguen siendo convocantes en la Argentina del aquí y ahora.
Buenos Aires – 5 de septiembre de 2004.
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