Alfredo Carazo - Periodista

Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial





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Monday, July 05, 2004

 
NUNCA FUE DISTINTO

Por ALFREDO JORGE CARAZO

Desde el Departamento de Estado de Estados Unidos no mascullan muy distinto a lo que lo hacen algunos argentinos que ven todo mal. Más bien es un canto para algunos oídos, que son capaces de justificar algo, pero que insisten en que el límite se ubica en la reprobación del gendarme del mundo. Por eso no debieran llamar la atención las evaluaciones sobre la Argentina que se hacen entre los socios del Centro de Estudios Estratégicos, porque suele ser el altavoz de la Casa Blanca para situaciones sensibles, lo que termina siendo amplificado por el establishment por estas latitudes.
El Departamento de Estado funge como la Cancillería del país del Norte, pero no se priva de nada a la hora de evaluar públicamente el comportamiento de las democracias que dice precautelar. Desde allí salen anualmente las evaluaciones sobre derechos humanos –salvo los de entrecasa-, aquellos que tienen que ver con la corrupción, lavado de dinero, legislación laboral y otros de no menor cuantía, que sirven para que los países, sobre todo los latinoamericanos, “califiquen” según la óptica propia. Si alguien pretende aplicar la misma vara a las violaciones que cometen los norteamericanos, empresas, soldados y miembros de las Agencias gubernamentales, entonces por las dudas se exige que los comúnmente denominados “socios y amigos” aprueben inequitativas inmunidades.
No importa tanto si las opiniones fueron del subsecretario para Asuntos Hemisféricos, Roger Noriega, o si el lenguaraz fue un funcionario de rango inferior, porque de todas maneras lo importante es que se anticipan algunos rasgos sobresalientes de las relaciones bilaterales, como es habitual en la región. Mientras Estados Unidos evaluó como positivo la legitimidad popular de gestión del presidente Néstor Kirchner, para avanzar en nuevas reformas estructurales según las instrucciones de los organismos internacionales de crédito, nada se desmadraba. Pero en cuanto esa premisa apareció limitada en el tiempo, es lógico que se considere como dilapidado el apoyo mayoritario de la gente, y mucho más a la hora de percibir y censurar la rebeldía de los pobres y excluidos. Lo mejor hubiera sido reeditar aquello de Carlos Saúl Menem, en cuanto a que “si hubiera dicho antes lo que iba a hacer, no me hubieran votado”. Así fue posible casi todo.
De igual manera se evalúa la democracia, desde una visión dogmática y de infalibilidad. Hace poco, una vez más el presidente norteamericano George W. Bush, debió responder sobre las incoherencias que llevaron a la invasión de Iraq, partiendo de las nunca comprobadas relaciones entre Sadam Hussein y la red terrorista Al Qaeda y le pareció oportuno cerrar el diálogo sosteniendo algo así como que “la única prueba es que yo lo digo”.
Desde Washington la democracia huele mal sino tiene el diseño establecido por el imperio. Noriega le dice a quién lo quiera escuchar que ya no es tan importante el resultado del referendo revocatorio del mandato del presidente venezolano Hugo Chávez, que tendrá lugar el 15 de agosto, porque en todo caso la fractura del país es inevitable, por lo que la solución sigue siendo quebrar la democracia. Y en eso coincide con un antecesor suyo en el bando de los halcones. El cubano norteamericano Otto Reich, catapultado de la Casa Blanca por sus exabruptos en un año electoral, señala que “ahora que no estoy en el Gobierno, le puedo decir que nos gustaría ver a Chávez fuera de la Presidencia, porque no es democrático y porque le ha hecho mucho mal a los venezolanos”.
El hartazgo manifestado por el ministro de Relaciones Exteriores, Rafael Bielsa, no será muy diplomático pero resulta efectivo a la hora de revelar los humores y malhumores de Washington, que siempre pretenden ser disciplinadores de las políticas locales, sin que se cuiden de interferir en los asuntos internos del país. En todo caso siempre lo hicieron y hasta se involucraron seriamente en lo que fue caracterizado como la mayor “limpieza ideológica” en los países del Cono Sur, en la década del ‘70. Quizás convenga no olvidar tampoco a Spruille Braden, antecesor de Noriega en 1946, cuando desde el Departamento de Estado se apoyaba a la Union Democrática, porque se consideraba a Juan Domingo Perón un general no democrático y populista. Aunque aparezca como olvidado en la historia, el ex presidente planteo en aquel tiempo de cambios que “la disyuntiva en esta hora trascendental es esta. O Braden o Perón”. Sencillo.

Buenos Aires – 4 de julio de 2004.




posted by Alfredo Jorge at 3:23 PM

 

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