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Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial
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Monday, November 10, 2003
EL CONFLICTO SOCIAL QUE
INTERPELA LA IMAGINACION
Por ALFREDO JORGE CARAZO
La protesta social, en tanto racional, siempre es legítima, porque atiende a la demanda de derechos y libertades insatisfechas. Pero además, forma parte del sistema democrático, razón por la cual el autoritarismo y la dictadura la cercenan y reprimen. Los trabajadores –y los desocupados lo son- reivindican su derecho al trabajo no sólo para la subsistencia familiar, sino como forma de dignidad humana. Lo hicieron siempre con un costo muy alto. No es buena la resignación y la exclusión no es un sino trágico, aunque alguna vez se dijera que la pobreza es bíblica.
El conflicto social se puede contener, suavizar, discutir y hasta limitar, pero siempre va a estar presente, porque forma parte de las complicadas relaciones humanas. En algún momento, la paz de los sepulcros, armada desde la dictadura militar, se quebró. Fue cuando la gente volvió a rebelarse asumiendo que la historia la escriben los pueblos. Y la organización fluyó espontánea y un tanto anárquica, pero superando a los propios dirigentes políticos y sociales. Se empezaba a dejar atrás no sólo la irracionalidad, sino también el “por algo será”.
En épocas no tan críticas también hubo conflicto, aunque aparecía con una estética distinta. Eran los trabajadores organizados los que reclamaban mayor participación en la torta. El sindicalismo reivindicativo fue dejando paso al de gestión y las organizaciones sindicales se despoblaron de trabajadores formales, tal como la sociología y la política los diferencia de los excluidos del sistema. Hay un hilo muy delgado que puede ser cortado a uno o a otro lado, según se mire desde el Estado o desde los que en la calle radicalizan la protesta. Seria necio olvidar que los ajustes impuestos por los organismos internacionales de crédito y aceptados juiciosamente por sus representantes consulares, impactaron fuertemente en los que menos tienen. En dictadura y en democracia, el mayor peso de las crisis recurrentes no sólo se cargó en los hombros de los trabajadores, sino que cada vez la exclusión social fue mayor, ensanchando la brecha entre ricos y pobres.
Juntos, gobernantes y gobernados deberían buscar alternativas que reviertan la injusticia. Seguramente en poco tiempo, los menguados trabajadores formales también pretenderán desandar el camino que los sumergió por años en el reparto de lo que se produce. Y ya hay algunas señales que así lo indican. Nada es extemporáneo en este terreno, porque tiene que ver con la calidad de vida y porque a diferencia de los lobbies empresariales, los de las transnacionales, los de los gobiernos de países ricos, de sus embajadores, a quienes menos tienen lo único que les queda es ejercer el derecho a la protesta. Y la historia común así lo tiene escrito.
Las minorías privilegiadas por el modelo neoliberal no han desaparecido. Sólo atemperaron sus tiempos a la espera de retomar un poder que se les antoja expropiado. La corrupción, la impunidad, la inseguridad acrecentada mediaticamente, las estructuras de poder en todos y cada uno de los nichos del Estado, las viejas prácticas políticas y dirigenciales de la partidocracia que horadan la política para vaciarla, les son funcionales. Se retroalimentan y se atrincheran para hacer más difícil y extraño cada cambio ensayado.
Si el Gobierno del presidente Néstor Kirchner, es consecuente con el discurso, aquí y afuera, se verá enfrentado a nuevas instancias de un conflicto social al que no hay que tenerle miedo. Es la respuesta a tantos años en los que los sectores sociales se convirtieron en los más vulnerables del modelo neoliberal. Nada fue casual. Estratégica y arbitrariamente deliberado, el modelo apuntó también a quebrar y a desarticular a las organizaciones populares, minando a la democracia misma. El conflicto interpela una vez más a la imaginación política y exige la búsqueda de soluciones para recuperar la justicia social.
Buenos Aires – 9 de noviembre de 2003.
acarazo@fibertel.com.ar
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