Alfredo Carazo - Periodista

Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial





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Sunday, October 12, 2003

 
LA POLÍTICA SE CURA
CON MAS POLÍTICA


Por ALFREDO JORGE CARAZO

La Argentina detrás de la Dictadura de la Seguridad Nacional agotó hasta el hartazgo a los partidos políticos tradicionales, pero además el modelo neoliberal buscó desacreditar a la política como forma de construir la democracia. Y lo compramos hasta terminar faltándole el respeto. Nosotros tuvimos antes que Estados Unidos a nuestros propios Arnold Scharzenegger, pero siempre atalonados a los aparatos como para que todo apareciera distinto pero no tanto. La partidocracia impidió la respuesta instrumental y como por arte de birlibirloque nos asociamos a un concurso para determinar quiénes son lo menos político de todos. Un “Gran Hermano” con una enorme y espectacular vidriera al mejor estilo de Nito Artaza o más cerca aún, de Mauricio Macri.
También nos sedujo el individualismo consumista de otros tiempos, que trocó en jolgorio la administración de los negocios del Estado durante más de una década. Y se nos dijo que por sobre lo político, estaba lo económico, la apertura de los mercados, a punto tal de pignorar ignominiosamente recursos estratégicos del Estado. Lo fue en todos lados. En Brasil, más del 50 por ciento de los habitantes no tiene servicios sanitarios, pero en cambio el 61,6 por ciento tiene teléfono, aunque cada vez cueste más pagarlos. Así la política se fue degradando y apareció el oportunismo salvaje, el vagabundeo de la cosa pública.
En Córdoba, Luis Juez, acaba de triunfar categóricamente en las elecciones que lo catapultarán a la Intendencia de la ciudad capital y el pronunciamiento popular tiene todo el condimento de la confrontación, desde el peronismo, con el gobernador José Manuel de la Sota. El funcionario electo es un político también peronista, aunque desde una visión enancada en lo transversal reniega de los políticos, a punto de enfatizar diciendo que sus colaboradores y legisladores también electos “no vienen de la política”, por lo cual “hay que tenerles paciencia”.
El apoliticismo no es sinónimo de eficacia en la gestión. Es más, un dogmatismo en esa orientación, es tan dañino como esa partidocracia que vacía de contenido a la democracia y le impide crecer. Hay muchos que son virtuosos porque no han tenido ocasión para dejar de serlo. Aludiendo a los nuevos jefes de la Policía Federal, el ministro de Justicia, Gustavo Beliz, no dudó en afirmar que “no nos sirve un honesto inútil, ni un eficaz corrupto”. Claro que ni tanto ni tan calvo, porque tampoco sirven los profesionales de la política que sólo obtienen sus beneficios dándole la espalda al bien común.
Si empezamos por aceptar que los que dejaron al país en la situación que se intenta revertir, contaminaron a la mayoría de los políticos, entonces ganaron la partida los malos de la película. Quiénes se ofrezcan para liderar procesos políticos, deben ser críticos pero a la vez creativos a la hora de sumarse a la revalorización de la ética política. Y esto implica un compromiso más que una toma de distancia incontaminante, porque la política en definitiva no deja de ser una actividad del hombre. Una cultura cívica que demande a la conducción política respuestas a sus problemas más urgentes, no debiera confundirse con el escéptico y nihilista “que se vayan todos”.
Más temprano que tarde, el futuro intendente Juez y sus colaboradores no serán observados desde la abstracción política, por lo que conviene ubicar el discurso en su justo término. Como nos gusta mirar al exterior, hay que saber que en todos lados se cuecen habas. La democracia norteamericana parece fundarse en la abstención ciudadana a la hora de elegir u optar en el bipartidismo. Es el mismo sistema hegemónico mundial que prefiere mirar hacia otro lado a la hora de juzgar el fraude que llevó a la Casa Blanca a George W. Bush, con tal de mantener el “sueño americano”. Para sacar de las trincheras a quienes desvirtúan a la política, hay que hacer política activa y protagónicamente.
Inquietan los números que nos hablan de casi un 50 por ciento de jóvenes que no estudian ni trabajan. A ellos les resbala cuando se les habla de futuro porque no tienen presente. Y este es un problema político más que económico. De política con mayúscula, de esa que transforma y que incluye.

Buenos Aires – 12 de octubre de 2003.


acarazo@fibertel.com.ar

posted by Alfredo Jorge at 5:12 PM

 

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