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Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial
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Sunday, September 28, 2003
EL VALOR DEL TRABAJO
SIGUE SIENDO PRIORITARIO
Por ALFREDO JORGE CARAZO
A juzgar por lo que se dice en los foros y organismos internacionales –incluyendo a los que han legitimado la usura- la mayor preocupación sigue siendo la cuestión social. Aunque el mundo no ha podido cumplir siquiera medianamente los objetivos propuestos en la Cumbre Social de Copenhague, sus ecos resuenan como la mejor expresión de deseos.
Así seguramente pasará también en la 58 Asamblea General de la ONU, con un claro sesgo de confrontación entre visiones más o menos disímiles sobre la paz en el Oriente Medio. En Nueva York los jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron a “impulsar el desarrollo y la democratización de los países desfavorecidos –diariamente se acude a un eufemismo nuevo- como la manera más eficaz de luchar contra el terrorismo” y hasta el FMI y el Banco Mundial se mostraron preocupados en Dubai por la extrema pobreza en el mundo, sin reparar siquiera en sus propias responsabilidades.
Nada aparece tan nítidamente marcado como la confrontación Norte-Sur que se iniciara tras el final de la guerra fría. No hay que equivocarse, porque tiene el sesgo de la inequidad global, en esta instancia patentizada de países ricos y países pobres. Los unos disponiendo a su antojo de la riqueza y de la tecnología como pasaporte para una nueva forma de colonialismo. Los otros, más abajo, dueños de riquezas naturales amenazadas y en una permanente lucha por asegurar, como en el caso de Bolivia, que sus recursos estratégicos se vuelquen en un desarrollo sostenido y sustentable, con su contenido de calidad de vida digna.
En la Argentina también hay seria preocupación, porque a pesar de las señales de crecimiento el derrame todavía aparece como un tanto lejos de bañar a los que menos tienen. El trabajo sigue siendo escaso todavía, acompasando muy lentamente los esfuerzos de inversión social impulsados por el Gobierno del presidente Néstor Kirchner. Claro que hay todo un entramado de economía solidaria que no siempre es ponderado en su justa dimensión, que tiene que ver con la imaginación y la voluntad de millones de argentinos en huertas comunitarias, nuevos emprendimientos modestos y precarios y hasta en la puesta en marcha de fábricas que cerraron sus puertas por falencias de supuestos emprendedores.
En Nueva York, el presidente Kirchner fue coherente al proponer un cambio de paradigma para el diseño de las políticas económicas, habida cuenta de la experiencia argentina. Que la evaluación del éxito o el fracaso se mida en términos de “crecimiento, equidad, pobreza y desempleo”, nunca estuvo en los planes de esta globalización tramposa. La idea de “pensar de nuevo para un mundo nuevo” se compadece con una visión según la cual “mejorar la situación de los países periféricos no debe ser sólo una cuestión de sensibilidad de los países centrales, sino que atañe a su propia seguridad”, porque durante décadas los países desarrollados creyeron ver lavadas sus culpas con programas de promoción que no siempre sirvieron para la consolidación de una democracia real y, en otros casos, pretendieron ser los brazos largos de la omnipresencia secular.
De visita en Buenos Aires, Juan Somavía, el chileno que dirige la Organización Internacional del Trabajo, fue lapidario al señalar que “no hay estabilidad social ni estabilidad política sin creación de empleo” –el organismo lo adjetiviza como “decente”- lo que no hace más que reafirmar la realidad con la que convive una mayoría de América latina a la que no son ajenos los argentinos. A diario la región aparece movilizada por discusiones que tienen que ver con tratados orientados al libre comercio, que sólo sirven de libre mercado para Estados Unidos, con alguna incursión de la Unión Europea. Son los cantos de sirena del libre mercado que en más de una década no les permite a los mexicanos del NAFTA, por caso, superar los altos índices de desempleo, la miseria y la exclusión social que impulsa a miles y miles de nacionales al desarraigo, arriesgando su vida para cruzar una frontera que los acerque al “estilo de vida americano”, que a su vez los aleja de su propia identidad.
Al promediar el siglo pasado se escuchaba decir que “gobernar es crear trabajo”, por lo que el objetivo no es nuevo, aunque se haya puesto todo el empeño en destruir el valor subjetivo del trabajo, como matriz distintiva de la dignidad del hombre.
Buenos Aires - 28 de septiembre de 2003.
acarazo@fibertel.com.ar
posted by Alfredo Jorge at 6:02 PM
EL EJERCICIO DEL PODER
NO ES HEGEMONISMO
Por ALFREDO JORGE CARAZO
A quienes les resultaba simpático el hegemonismo menemista de la década de los ’90 y se beneficiaban con el modelo impuesto, ahora les asusta lo que consideran un excesivo apoyo que estaría cosechando el presidente Néstor Kirchner. Tienen miedo que en la Argentina se cancele una cultura prebendaria del Estado, que aportaba de manera excluyente beneficios para un solo sector. Aunque nadie quiere aparecer confrontando abiertamente con el mandatario, y habida cuenta que se caracteriza a su Gobierno como de izquierda, todo estaba dispuesto para equilibrar lo desconocido desde la construcción de una fuerza de derecha de cierta envergadura.
Diluido en una verborrea estéril Ricardo López Murphy, el turno de la oposición le calzaba a medida al empresario Mauricio Macri, quien al quedar en el camino no sabe ahora exactamente qué hacer, al igual que le ocurre al menemismo mimetizado en su lista de candidatos, a algunos radicales y a sectores menores de la provincia de Buenos Aires. De esta forma, si el poder de los votos incrementa el liderazgo de Kirchner, al mismo tiempo revela las limitaciones de la edificación política opositora, porque el centroizquierda apenas está haciendo pie. Y esto ocurre justamente a pocos años de haberse incorporado constitucionalmente a los partidos políticos como “instituciones fundamentales del sistema democrático”. Lo que no se puede desechar son las transformaciones políticas, lentas todavía, cobijadas debajo de la denominada “transversalidad”, nada fácil de construir en medio de una crisis política que sería bueno ubicar desde la misma recuperación de la democracia. Hoy aparece como prioritario la interpretación del mensaje de una sociedad fluctuante y en la búsqueda, que va descifrando cada vez más qué es lo que no se debe hacer. La experiencia indica que quedan muchos desacomodados en un escenario en el que desde el oficialismo se apropian de algunas banderas levantadas por la oposición incipiente.
Las quejas ahora son variopintas –aparece desgastado el argumento de ausencia de programa económico- y desde que George W. Bush apoyara el acuerdo con el FMI, hay urgencia en encontrar detrás de bambalinas si se producen o no las habituales contraprestaciones, esta vez en Cancún o en Iraq. También se hurga en la historia del PRI mexicano para encontrar analogías, se agita el fantasma del pensamiento único, sin recordar cuando había cierto enamoramiento por Francis Fukuyama y hasta se acude al disparate de indagar si Eduardo Duhalde, su mujer Hilda González, Aníbal Ibarra, Mauricio Macri o Felipe Sola, ya se están preparando para las elecciones de 2007, aún a sabiendas de que todavía ni siquiera se inició el mandato constitucional. En todo caso el Partido Revolucionario Institucional, que cedió el poder después de 71 años, nada tiene que ver con el Justicialismo argentino, como cultura política, como resulta inconsistente asimilar ambos países, sin olvidar que tres años después de haber asumido el Gobierno una fuerza política emergente conducida por el presidente Vicente Fox, el PRI volvió a triunfar en las elecciones legislativas. En todo caso la democracia no es una ficción. Está protagonizada por hombres que sienten y piensan y a los que hay que escuchar.
En la Argentina más de la mitad del padrón electoral ya se expresó en las urnas y conviene recordar que la hegemonía es propia de una práctica política y no del voto de la gente, a menos que se pretenda “democráticamente” limitar la voluntad popular. No hay que confundirlo con el legítimo ejercicio del poder que siempre resultó esmerilado desde el establishment.
Buenos Aires – 21 de septiembre de 2003.
acarazo@fibertel.com.ar
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