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Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial
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Sunday, July 13, 2003
PARA EL DESARROLLO HAY QUE
CAMBIAR LA RELACION DE FUERZAS
Por ALFREDO JORGE CARAZO
Miles de personas se animaron a juntarse en la Plaza de Mayo el Día de la Independencia, para solidarizarse con los inundados de Santa Fe. También había soldados confundiéndose con la gente. Muchos jóvenes pegados a las puertas de la Casa Rosada, en el mismo lugar en el que otros cayeron muertos hace un año y medio, pocas horas antes de que el ex presidente Fernando de la Rúa decidiera huir en helicóptero. No cantaban consignas violentas. Escuchaban y coreaban música que hace un tiempo otros habitantes de Balcarce 50 la habían prohibido por subversiva. La solidaridad es el signo distintivo a ser transitado para torcerle la mano a la crisis. Como señalara recientemente el Papa Juan Pablo II, “la solidaridad ha pasado a ser el horizonte obligado de toda política”, para lo cual propone “globalizarla”.
Es notable cómo cambia la atmósfera de los escenarios. Entre la muerte y la vida, entre el ocaso y un nuevo comienzo. No faltarán quienes persistan en asustarse de una juventud que prefiere cantar, sin que los acusen las barreras. Y además con cierta dosis de esperanza, antes que correr el riesgo del desarraigo al que debieron acudir muchos otros deambulando por Miami u otras ciudades del mundo, en muchos casos más peligrosas que Buenos Aires y sin demasiadas perspectivas. Las cifras de argentinos desarraigados son sólo la punta de iceberg de la exclusión social, que incluye obviamente a los que emigran. La Argentina tuvo otra experiencia anterior. Fue durante la dictadura de la Seguridad Nacional, cuando había que computar a los exiliados de afuera y a los de adentro. Los expulsados y la mayoría que vio cercenados sus derechos y libertades en el propio suelo. A unos y otros los unificaba un país hostil, injusto, insoportablemente inequitativo. Como en los últimos tiempos.
Sería ingenuo y hasta poco serio suponer que todo ha cambiado como para que los argentinos estemos sufriendo un ataque de nacionalidad que vaya al menos un poco más allá de lo folclórico. Muy a pesar de los mesiánicos voluntaristas, la historia revela que los cambios vienen de abajo o no vienen, pero sobre todo deben ser internalizados desde el protagonismo del pueblo socialmente organizado, de manera tal que el proceso democratizador sea viable en el tiempo. Seguramente llegará el tiempo en que se vuelva a juzgar imprescindible la renovación de las estructuras políticas y sociales para que encaren una nueva cultura democrática
Hace pocas horas, al lanzarse el programa “El hambre más urgente”, desde el Gobierno se elogió a las organizaciones no gubernamentales, de las que se dijo habría que aprender cómo se organiza la sociedad, alejándose puntualmente de cualquier “tentación clientelística”. Puede ser una de las puntas de la recuperación que asoma, aunque todavía sigue faltando una mayor presencia del Estado para que con sus políticas sociales permita revertir el daño al que se sometió al país durante tantos años de despojo y sometimiento. Sobre todo para no descuidar los nichos de la ideología neoliberal que intentan seguir modelando a su antojo la nueva etapa institucional.
En el camino habrá trampas, contradicciones, avances y retrocesos, pero es posible todavía abrir nuevos espacios democráticos como para que la relación de fuerzas cambie sustancialmente en el sendero hacia el desarrollo al que se aspira.
Buenos Aires – 13 de julio de 2003.
acarazo@fibertel.com.ar
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