Alfredo Carazo - Periodista

Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial





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Sunday, May 04, 2003

 
CAMBIAR ES EL DESAFIO

Por ALFREDO JORGE CARAZO

No es el mejor escenario que Carlos Saúl Menem hubiera esperado para el ballotage, aunque era imaginable. Néstor Kirchner viene de la mano de Eduardo Duhalde, su más empinado contrincante en la interna justicialista, pero además es quien representa políticamente la antítesis de su propuesta para la Argentina inmediata. Aún habiendo ganado en la primera vuelta, la estrechez de las diferencias le está indicando que parece haber llegado a un techo difícil de perforar el 18 de mayo. Se acabó el tiempo de las definiciones débiles, de tono superficial y sobrevolando los lugares comunes. Ahora de lo que se trata es de definir cuál de los dos modelos de país queremos los argentinos. Nunca como antes el volver al pasado puede resultar tan traumático, porque importa un retroceso hacia la banalidad política que tiño la década menemista. Una coincidencia de dos mujeres de fuerte pensamiento político –Elisa Carrió e Hilda González de Duhalde- resume la voluntad ciudadana, al señalar que “los votos son de la gente y no de los candidatos”.
Es explicable que un candidato que gano la primera vuelta electoral, pero presiente que ese es un techo precario para la segunda, se muestre nervioso y hasta desencajado. Pero el ex presidente Carlos Saúl Menem, ofendió la voluntad política de millones de argentinos al asegurar que “la segunda vuelta será un paso formal”. Ya había trastabillado cuando habiéndose escrutado más del 60 por ciento de los votos, anunció que sus informadores le certificaban una ventaja final de entre ocho y diez puntos por encima de Néstor Kirchner. No deja de ser un mérito que siga teniendo a su favor más de cinco millones de argentinos y que aunque sólo obtuvo una distancia de dos puntos, se haya alzado con la mayoría en doce distritos. No reconocerlo sería de necios, aunque pretender dormirse en los laureles, lo es mucho más.
En todo caso, el ex mandatario en más de una década supo construir una cultura política propia, de corte personalista y con aristas extremadamente comprometidas. Ahora, en lo que él mismo definió como el “epílogo”, deberá enfrentarse a la elección más importante de su vida. Pero detrás de esta compulsa que deberán resolver dos peronistas de distinto cuño, se apilan dos modelos de país, uno transparentando el más rancio neoliberalismo, ya en decadencia en el mundo, y el otro anteponiendo la expectativa por un país distinto, que no puede simplificarse en lo económico. La expectativa únicamente, porque el cambio será necesario protagonizarlo como un nuevo desafío que escapa a las estrechas márgenes de un candidato o a una gestión de Gobierno.

LA TERCERA DEFINITORIA

Anticipando un eventual fracaso en su tercer intento por arribar a la Casa Rosada, Menem sugirió que volvería a presentarse en la elección de 2007, sabiendo que en ese caso seguramente deberá verse a la cara con Eduardo Duhalde, su rival más enconado, quien aguardará detrás de escena su momento, aquél que le aporte la legitimidad política de los votos. El de la alquimia que catapultó a Kirchner cuando parecía que se venía la noche. Los dos saben que el ejercicio del Gobierno es desgastante y extremadamente efímero, a diferencia de épocas pasadas en las que el caudillismo y el carisma eran suficiente para empujar la voluntad de los electores de las más dispares pertenencias.
La Argentina del ayer que intentamos superar, tiene sus raíces en nuestro pasado próximo, que instaló el enfrentamiento entre los que se decían querían subvertir nuestros valores y los que vinieron a poner “orden”, mientras miles de muertos quedaban en el camino, millones se sentían exiliados dentro de la propia patria y unos cuantos en extramuros. Aquellos ordenadores, apelando al terrorismo de Estado perfeccionaron la misma subversión que decían combatir, ofreciéndole la familia, la propiedad privada y la religión al dios mercado. La continuidad fue el pasado que intenta regresar, profundizando un modelo que dejó a otros miles y miles de argentinos en la vera del camino de la ignominia.
En las próximas dos semanas habrá que reacomodar las cargas y avanzar en alianzas estratégicas y políticas, algunas de las cuales tendrán mucho de lo que no se quiere más para el país, bajando hacia un electorado que se irá definiendo muy lentamente, pero que como dato altamente positivo le dio un nuevo espaldarazo masivo al sistema democrático. Esta es la señal más sensible en medio de una crisis que todavía perdura, a lo que debe agregarse que Ricardo López Murphy, el candidato de la derecha, de lo más granado del establishment y ponderado exageradamente por encuestadores y algunos medios, quedó en el camino de una supuesta emergencia política surgida del viejo tronco radical. También quedó al descubierto la labilidad del voto, teniendo en cuenta la fragmentación de las candidaturas de los dos partidos mayoritarios, excepción hecha del voto menemista que aparece como el más fiel.
DOS PAISES
En 30 años, los argentinos pudimos votar 18 veces, sin que hasta el momento se haya podido eludir el cerrojo de la frustración, y sugestivamente el pensamiento peronista no cedió. Más del 60 por ciento de los votos actuales siguen comprometiendo principios y valores básicos, que hoy adquieren una importancia superlativa de cara al deterioro de la dignidad humana, de la calidad de vida y del despojo de lo nacional y popular como cultura. Desbrozando esta expresión mayoritariamente contraria a un modelo neoliberal intrínsecamente perverso, es posible analizar que en la Argentina siguen visualizándose dos países. El de los incluidos y el de los que están al margen de la distribución de la riqueza. Cuando se fue por los jubilados, muchos no quisieron verlo y prefirieron aceptarlos convertidos en el chivo expiatorio de la bonanza. Cuando se “flexibilizó” el empleo se arguyó que los desocupados tenían merecimiento para serlo, porque no estaban preparados para un mundo moderno y globalizado. Todo se fue justificando hasta que llegó el turno de tocarle el bolsillo a miles y miles de ahorristas, también inmolados por el dios mercado.
Una sorpresa no menor la aportó Adolfo Rodríguez Sá, relegado a un lugar inimaginable para el puntano, obligando a un reposicionamiento de sus seguidores para la segunda vuelta el 18 de mayo, situación que también deberán examinar los incondicionales de Elisa Carrió –“no vamos a votar por Menem”, dijo la legisladora- al igual que los partidarios del socialismo de Alfredo Bravo y de Patricia Walsh, de Izquierda Unida. Todas estas expresiones quedarán unificadas, polarización mediante, detrás de la candidatura de Néstor Kirchner, dejando de lado los cuestionamientos de campaña, porque seguramente prevalecerá el voto contrario a Carlos Menem.
El ex presidente ya está apelando al conjunto del electorado visceralmente peronista. Reavivó la imagen de una elección interna, teniendo en cuenta la identidad de Kirchner y el respaldo aportado por Eduardo Duhalde. La idea es morigerar las diferencias ideológicas que se verán acentuadas con el aporte de espacios de centroizquierda. Derrotar esta imagen corporatista es el desafío que hoy tiene por delante Néstor Kirchner, porque hasta la gente más humilde no se dejó tentar por la falacia de un discurso que todavía se atreve a pregonar “una propuesta de cambio”. El mensaje de las urnas no debe ser bastardeado otra vez, porque el pueblo tiene memoria. política.


Buenos Aires – 4 de mayo de 2003

acarazo@fibertel.com.ar




posted by Alfredo Jorge at 7:33 PM

 

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