Alfredo Carazo - Periodista

Notas de opinión sobre actualidad política y social, sobre la Argentina, América latina y la realidad mundial





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Saturday, April 05, 2003

 
EL CAMINO A LA PRESIDENCIA ESTA
EMPEDRADO DE INCERTIDUMBRE

Por ALFREDO JORGE CARAZO


En 20 días más la Argentina habrá completado la primera vuelta electoral, y seguramente se empezará a desandar el camino hacia la segunda, habida cuenta de que nadie está en condiciones de garantizar un presidente triunfante el 27 de abril. No podrían hacerlo ni los tres candidatos peronistas, ni ninguna de las otras fuerzas políticas, incluyendo a la nueva expresión del centroizquierda, que lidera Elisa Carrió o del centroderecha que expresa como emergente, Ricardo Lòpez Murphy. La primera se fue quedando en el camino, después de haber brillado fugazmente con su batalla contra la corrupción y este último no termina de despegarse del Gobierno del ex presidente Fernando de la Rúa, que integro como un dirigente de la Unión Cívica Radical.
Una de las últimas encuestas de Mora y Araujo, sólo le daba al candidato oficial, Néstor Kirchner, del Frente para la Victoria, algo más del 20 por ciento, una cifra para nada desdeñable a tenor del escepticismo que no ha cambiado el humor de los electores, aunque Hugo Haime y Asociados, invierte los términos para colocar por encima a Carlos Saúl Menem. El santacruceño -quien se dio el lujo de lanzarse a un acto de fuerza multitudinario en el estadio de River Plate- le está pidiendo al electorado que “al pasado hay que ganarle en la primera vuelta” –Rodríguez Sá afirma que puede ganarle no sólo al pasado, sino también al presente, objetivizado en Eduardo Duhalde- reafirmando quién es su principal adversario y hasta dónde la eventual segunda vuelta hace retroceder cualquier visión optimista desmesurada, para entrar en el terreno de la inseguridad. Esto también tiene que ver con la poca habilidad política y de pensamiento demostrada por los candidatos para llegar. Es como si se hubieran contagiado del desconcierto ciudadano. A pesar de estar a la vuelta de la esquina, las urnas se están viendo como lejanas, como formando parte del imaginario colectivo, a punto tal que el Gobierno se vio obligado a ofrecerle la suma de 100 pesos a los ciudadanos que sean designados como presidentes y vicepresidentes de mesa electoral, para evitar la deserción que caracterizó a las últimas elecciones.
Un jefe de campaña aseveraba que “se escucha pero no se oye”, lo que resulta por demás preocupante. Sólo Adolfo Rodríguez Sá, desde el Frente Nacional y Popular, puso sobre la mesa sus proyectos, mientras que Carlos Saúl Menem, liderando el Frente para la Victoria, sigue sosteniendo que “sabe lo que hay que hacer y puede”. Algo similar es la apuesta con la que intenta convencer Néstor Kirchner, pero nadie se le anima demasiado al cómo.
Si la elección se diera hoy, al término del día el segundo lugar del ballotage lo podrían estar peleando Carlos Saúl Menem y Adolfo Rodríguez Sá –o quizás algunos de los dos con Néstor Kirchner como segundo- aunque ninguno confía en los sondeos tal como están planteados, porque en la Argentina política todo está cuestionado y sospechado.
Una de las pruebas más contundentes sobre las expectativas populares, son las recientes elecciones internas y simultáneas en la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito del país, con más de nueve millones de ciudadanos habilitados para sufragar, con miras a las elecciones del 14 de septiembre. Allí, sólo se acercaron a las urnas un poco más de 100.000 electores y no es que faltaran ofertas electorales. Por el contrario. Con excepción hecha de los candidatos a gobernador de los distintos partidos políticos, lo que se jugaba fuertemente eran los liderazgos de más de cien intendencias, algunas de las cuales, sobre todo en el Conurbano Bonaerense, superan en mucho a la mayoría de las provincias.
En Buenos Aires se jugó también el futuro político del presidente Eduardo Duhalde –convencido de haber “plantado la bandera de la renovación”- única razón estratégica para adelantar las internas en el distrito, evadiendo el riesgo de cualquier condicionamiento por parte del nuevo habitante de la Casa Rosada a partir del 25 de mayo venidero. En tres semanas más se renovará el desafío, pero habrá que esperar hasta mayo para que los ánimos se enciendan.




posted by Alfredo Jorge at 9:44 AM

Thursday, April 03, 2003

 
LA AGRESIÓN HEGEMÓNICA
NUNCA PUEDE SER LEGITIMA

Por ALFREDO JORGE CARAZO

“Aún si uno cree que la guerra es justificada, la ruta hacia ella ha sido un horrible despliegue de oportunismo e hipocresía norteamericana”. No es una afirmación del Gobierno de Saddam Hussein, o del presidente galo Jacques Chirac, sino del prestigioso The New York Times, que recoge las opiniones de no pocos líderes americanos, en consonancia con la mayoritaria opinión pública mundial.
A esta escueta pero verdadera radiografía de la avanzada hegemónica del país del Norte, se agregan otros análisis que, un poco más allá de la voracidad por los recursos energéticos mundiales, le adjudican a George W. Bush una orientación fundamentalista bíblica, afincada en las posturas del grupo religioso cristiano Religious Right, que legitima una nueva cruzada, que considera a Babilonia la Grande –allí donde de ubica Irak entre el Eúfrates y el Tigris- como “la Madre de las Rameras y de las Abominaciones de la Tierra”, mencionada en el Apocalipsis, aunque en la interpretación bíblica estuviera asociado al Imperio Romano. En un mismo territorio ya, ambos gobernantes se admiten como receptores del mensaje divino, invocaciones que merecieron la respuesta del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y enviado papal a Bagdad, Joseph Ratzinger, para quien resulta triste invocar el nombre de Dios, en una guerra “que no responde a criterios de legitimidad”.
Es posible que ni Bush ni sus halcones republicanos hayan evaluado correctamente a la opinión mundial, que incluso excede y en mucho a la diplomacia de las Naciones Unidas ahora deteriorada en extremo. Ya no interesa tanto la densa campaña psicológica lanzada desde los medios de comunicación de la coalición aliada, porque hay una condena política y social irreversible. A tal punto que si en algún momento el alto mando militar del eje belicista avanzara revelando el hallazgo de armas de destrucción masiva, nadie lo creería. ¿Podrá equivocarse tanta gente en el mundo?. A partir de esta guerra, ingresó a un cono de sombra hasta la misma representación democrática y popular, con mandatarios que han dejado de serlo, deslegitimándose ante sociedades que verán cambiar sus liderazgos políticos más temprano que tarde. La factura se la deberán pasar a George W. Bush y a su doctrina agresiva, que sigue imaginando el momento en el que los iraquíes le agradezcan a los invasores el haberlos librado del “eje del mal”, mientras amenaza al resto del mundo, al que cada día de guerra se le recorta un poco más de seguridad. Por añadidura y como se temía, ya está desestabilizado el Medio Oriente. Siria e Irán no pueden ocultar su beligerancia y el resto de los países árabes se ven impactados por las imágenes de horror de la guerra, abonando un poco más, si esto fuera posible, el odio al imperialismo. En la soberbia del imperio bien puede estar el camino de su ocaso y destrucción.
Hasta la OTAN dejó de ser funcional, cuando los países involucrados en la alianza atlántica se rebelaron ante el patrón. Los organismos internacionales surgidos como consecuencia directa de la II Guerra Mundial están cuestionados desde hace tiempo, pero nunca como hasta ahora, la humanidad tomó conciencia de que su destino tiene que ver con un compromiso que no puede ser contingente.
La opinión pública mundial también esta tomando debida nota de la corrupción de los invasores, que con total impunidad reparten entre sus propias empresas, ligadas la mayoría a ellas a la Administración Bush, los negocios de la llamada “reconstrucción”. Y en el frente interno, las consecuencias no son menores, como da cuenta la renuncia de uno de los mayores estrategas del Pentágono e íntimo del ministro Donald Rumsfeld, el jefe del Consejo de Política de Defensa del Pentágono, Richard Perlé, quien no pudo soportar las fuertes críticas por sus actividades personales.
Lo que evidentemente no puede ser asimilado por la Casa Blanca es la actitud que asume el mundo y desde ya los agredidos. La pregunta que flota recurrentemente, es “qué les pasa a estos iraquíes que se empeñan en rechazar nuestra decisión de liberarlos”. El rediseño del mundo ha sido históricamente la ambición de los imperios y Estados Unidos no escapa a esta suerte de determinismo. No hay fronteras para esa tendencia, como lo prueba el desarrollo de los últimos conflictos armados, focalizados primero en Afganistán y ahora en Irak con fuerte influencia en todo el Medio Oriente. Todo indica que EE.UU. avanzará en otras regiones del planeta y la mayoría de los analistas internacionales ya miran con desconfianza la última gira por América del Sur, del jefe del Comando Sur, general James Hill, quien luego se reunió en Miami con los jefes de los ejércitos de Ecuador y de Colombia, para asegurar la presencia del país del Norte en la base militar de Manta, uno de los enclaves fundamentales en el esquema del Plan Colombia.
En cualquiera de sus formas, no se puede legitimar la agresión, mucho menos si se trata de la ambición hegemónica, con excepción de la “lícita defensa contra el agresor”, como lo definiera Juan Pablo II.


Lo Social - Buenos Aires – 30 de marzo de 2003



posted by Alfredo Jorge at 7:27 PM

 
LA AGRESIÓN HEGEMÓNICA
NUNCA PUEDE SER LEGITIMA

Por ALFREDO JORGE CARAZO

“Aún si uno cree que la guerra es justificada, la ruta hacia ella ha sido un horrible despliegue de oportunismo e hipocresía norteamericana”. No es una afirmación del Gobierno de Saddam Hussein, o del presidente galo Jacques Chirac, sino del prestigioso The New York Times, que recoge las opiniones de no pocos líderes americanos, en consonancia con la mayoritaria opinión pública mundial.
A esta escueta pero verdadera radiografía de la avanzada hegemónica del país del Norte, se agregan otros análisis que, un poco más allá de la voracidad por los recursos energéticos mundiales, le adjudican a George W. Bush una orientación fundamentalista bíblica, afincada en las posturas del grupo religioso cristiano Religious Right, que legitima una nueva cruzada, que considera a Babilonia la Grande –allí donde de ubica Irak entre el Eúfrates y el Tigris- como “la Madre de las Rameras y de las Abominaciones de la Tierra”, mencionada en el Apocalipsis, aunque en la interpretación bíblica estuviera asociado al Imperio Romano. En un mismo territorio ya, ambos gobernantes se admiten como receptores del mensaje divino, invocaciones que merecieron la respuesta del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y enviado papal a Bagdad, Joseph Ratzinger, para quien resulta triste invocar el nombre de Dios, en una guerra “que no responde a criterios de legitimidad”.
Es posible que ni Bush ni sus halcones republicanos hayan evaluado correctamente a la opinión mundial, que incluso excede y en mucho a la diplomacia de las Naciones Unidas ahora deteriorada en extremo. Ya no interesa tanto la densa campaña psicológica lanzada desde los medios de comunicación de la coalición aliada, porque hay una condena política y social irreversible. A tal punto que si en algún momento el alto mando militar del eje belicista avanzara revelando el hallazgo de armas de destrucción masiva, nadie lo creería. ¿Podrá equivocarse tanta gente en el mundo?. A partir de esta guerra, ingresó a un cono de sombra hasta la misma representación democrática y popular, con mandatarios que han dejado de serlo, deslegitimándose ante sociedades que verán cambiar sus liderazgos políticos más temprano que tarde. La factura se la deberán pasar a George W. Bush y a su doctrina agresiva, que sigue imaginando el momento en el que los iraquíes le agradezcan a los invasores el haberlos librado del “eje del mal”, mientras amenaza al resto del mundo, al que cada día de guerra se le recorta un poco más de seguridad. Por añadidura y como se temía, ya está desestabilizado el Medio Oriente. Siria e Irán no pueden ocultar su beligerancia y el resto de los países árabes se ven impactados por las imágenes de horror de la guerra, abonando un poco más, si esto fuera posible, el odio al imperialismo. En la soberbia del imperio bien puede estar el camino de su ocaso y destrucción.
Hasta la OTAN dejó de ser funcional, cuando los países involucrados en la alianza atlántica se rebelaron ante el patrón. Los organismos internacionales surgidos como consecuencia directa de la II Guerra Mundial están cuestionados desde hace tiempo, pero nunca como hasta ahora, la humanidad tomó conciencia de que su destino tiene que ver con un compromiso que no puede ser contingente.
La opinión pública mundial también esta tomando debida nota de la corrupción de los invasores, que con total impunidad reparten entre sus propias empresas, ligadas la mayoría a ellas a la Administración Bush, los negocios de la llamada “reconstrucción”. Y en el frente interno, las consecuencias no son menores, como da cuenta la renuncia de uno de los mayores estrategas del Pentágono e íntimo del ministro Donald Rumsfeld, el jefe del Consejo de Política de Defensa del Pentágono, Richard Perlé, quien no pudo soportar las fuertes críticas por sus actividades personales.
Lo que evidentemente no puede ser asimilado por la Casa Blanca es la actitud que asume el mundo y desde ya los agredidos. La pregunta que flota recurrentemente, es “qué les pasa a estos iraquíes que se empeñan en rechazar nuestra decisión de liberarlos”. El rediseño del mundo ha sido históricamente la ambición de los imperios y Estados Unidos no escapa a esta suerte de determinismo. No hay fronteras para esa tendencia, como lo prueba el desarrollo de los últimos conflictos armados, focalizados primero en Afganistán y ahora en Irak con fuerte influencia en todo el Medio Oriente. Todo indica que EE.UU. avanzará en otras regiones del planeta y la mayoría de los analistas internacionales ya miran con desconfianza la última gira por América del Sur, del jefe del Comando Sur, general James Hill, quien luego se reunió en Miami con los jefes de los ejércitos de Ecuador y de Colombia, para asegurar la presencia del país del Norte en la base militar de Manta, uno de los enclaves fundamentales en el esquema del Plan Colombia.
En cualquiera de sus formas, no se puede legitimar la agresión, mucho menos si se trata de la ambición hegemónica, con excepción de la “lícita defensa contra el agresor”, como lo definiera Juan Pablo II.


Lo Social - Buenos Aires – 30 de marzo de 2003



posted by Alfredo Jorge at 7:27 PM

 

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